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Cómo influye el matrimonio y el divorcio en la oficina del siglo XXI

Según un nuevo estudio de Betsey Stevenson y Justin Wolfers, profesores de Negocios y Políticas Públicas de Wharton, las tasas de matrimonio y divorcio en Estados Unidos se encuentran en mínimos históricos. En concreto, el número de personas que se casan, que ha caído en los últimos 25 años, se encuentra en un mínimo histórico, mientras que la tasa de divorcio, en 2005, alcanzó su punto más bajo desde 1970.

Cuando Stevenson y Wolfers empezaron a analizar las fuerzas que están generando esos cambios en el mercado, responsables de estas nuevas estadísticas, una cosa se hizo evidente: Las mismas fuerzas que juegan un papel en las estadísticas de matrimonio y divorcio, como, por ejemplo, el control de la natalidad, una reducción parcial de la laguna que separa el pago de los salarios a hombres y mujeres, el creciente aumento de la edad de los primeros matrimonios y los cambios dramáticos en las tecnologías domésticas, han tenido también un impacto significativo en los negocios y la vida de los empleados.

"Estos factores que han cambiado el ambiente de las relaciones personales y de las familias tienen también su reflejo en el lugar de trabajo, puesto que ambos contextos están formados por las mismas personas, dice Stevenson. "Es muy valioso que las empresas comprendan el mercado laboral con el que están tratando".

Ninguna intención de procrear

En un trabajo de investigación titulado "Matrimonio y divorcio: Factores de cambio", Stevenson y Wolfers reconocen que, cuando se trata de matrimonio, los modelos económicos siempre han tratado de explicar cómo y por qué se forman las familias. Según Stevenson, en un "Tratado de la Familia", de 1981, escrito por el premio Nobel de economía Gary S. Becker propone una teoría de matrimonio basada en las "complementariedades de producción". En la teoría de Becker, un marido y una mujer se especializan en esferas del mercado y del hogar, respectivamente, y por tanto son más productivos juntos que separados. Esta división del trabajo funciona muy bien en lo que Stevenson llama "la producción y crianza de los hijos".

Pero los dos expertos de Wharton recurren a la letra de The Times They Are A-Changin' (Los tiempos están cambiando ), de Bob Dylan, para explicar por qué los modelos de matrimonio, como los de Becker, necesitan ser reconsiderados, señalando que "la familia no es una institución estática". De acuerdo con Stevenson, la idea de complementariedad de producción perdió consistencia en la vida de la familia moderna, y cita la razón de por qué ha ocurrido esto.

"La cada vez mayor longevidad y el declive de la fertilidad significa que el individuo pasa la mayor parte de la vida adulta sin la presencia de los hijos en el hogar, y cada vez más las personas se están casando -y casando de nuevo- más tarde, lo que significa que muchas familias se forman sin la intención de tener hijos", escribe. "Además, es preciso tener en cuenta también que el aumento de la fuerza de trabajo femenina sugiere que la especialización del hogar ha descendido o actualmente tiene un significado diferente".

Según los investigadores, estos cambios se deben a varios factores clave:

  • El matrimonio, hoy en día, ocurre con menor frecuencia en los primeros años de la vida adulta de hombres y mujeres. Entre los hombres, ésa es una tendencia consagrada: en 2004, se casaban por primera vez a los 27 años, un reflejo de una tendencia registrada por primera vez en la década de 1890, cuando la media de edad en que los hombres se casaban era de 26 años (con una breve excepción a mediados de los años 1950, en los que la media de edad fue de 23 años). Pero en 2004, la edad en que las mujeres se casaban por primera vez pasó de 22 a 26 años. "Ese distanciamiento se debe al hecho de que la laguna de edad entre hombres y mujeres disminuyó a lo largo del siglo pasado".
  • El hecho de que hombres y mujeres ahora se casan más tarde también puede ser un reflejo del papel menor de la fertilidad y de la crianza de hijos, señala el estudio. "En 1880, el 75% de las personas casadas vivían en hogares en compañía de sus hijos…Pero en 2005, sólo el 41% de las personas casadas contaban con la compañía de hijos en el hogar".
  • Llamado alguna vez "el invento que definió el siglo XX", la introducción de la píldora anticonceptiva mejoró el control de la fertilidad, alteró el momento de contraer matrimonio y del nacimiento de los hijos, y facilitó también el crecimiento, en el caso de la mujer, de su capital humano al reducir el riesgo de rupturas en su educación o sus planes de ingreso en el mercado de trabajo", informa el estudio. Un resultado importante de control de la natalidad, dice Stevenson, "es que cambia el paradigma de la familia y proporciona a las mujeres más control sobre su trayectoria profesional. Un embarazo no planeado interfería de forma importante en las actividades de la mujer. La posibilidad de controlar el nacimiento de los hijos repercutió en las actividades de la mujer y le incentivó a entrar en el mercado de trabajo".
  • El surgimiento de tecnologías que permitirán economizar el tiempo de gasto en tareas domésticas (neveras, lavadoras, secadoras, por citar algunos) y el desarrollo de la industria de servicios (principalmente el sector de preparación de alimentos), permite que mucho de lo que era anteriormente propiciado por el trabajo domestico sea adquirido fuera de casa. "El efecto de la economía de tiempo proporcionado por esas nuevas tecnologías ha tenido una influencia enorme", señalan Stevenson y Wolfers, "haciendo que las mujeres gastasen menos tiempo en los trabajos domésticos y más tiempo en el mercado de trabajo, aumentando así la participación de la fuerza de trabajo femenina". De acuerdo con Stevenson: "En lo que respecta a la tecnología doméstica, el mercado quiere pasar el siguiente recado: 'No es preciso ser especialista en actividades del hogar. Podemos aumentar su eficiencia permitiendo que adquieras cosas que normalmente eran hechas por ti'. Esto, sin duda alguna, tuvo un papel fundamental en la entrada de la mujer en el mercado de trabajo. El precio de estos bienes disminuyó, al mismo tiempo que el coste de quedarse en casa subió".
Estos patrones, dicen los autores, inducirían al cambio de la teoría de la complementariedad de producción de Becker como explicación del motivo por el cual el matrimonio funciona. En vez de especializaciones, los matrimonios son ahora construidos en torno a "complementariedades de tiempo libre y el consumo", lo que, cada vez más, coloca a los hombres y mujeres en posición de igualdad en lo que se refiere a la renta e intereses semejantes. Ese nuevo patrón de matrimonio, junto con la tendencia de postergar el matrimonio y la posibilidad de controlar la fertilidad, viene provocando cambios drásticos que repercuten en el ambiente de trabajo.
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